InvenTren
Relato de Oscar A. Agú
Siempre
que menciono el tema me retrotrae a algunas experiencias vividas en
mi infancia, hasta mi adolescencia, inclusive. Y me lleva a los
cuadernos que tengo escritos con anotaciones varias y poemas que
acompañan el día. Algunos de ellos están llenos de esas emociones
que me fortalecen, que desmienten las torpezas cotidianas, las dudas
de la rutina.
Habíamos
caminado, antes, por las vías muertas del ferrocarril que pasaba por
Capilla del Monte. El tren es algo muy difícil de explicar para
aquellos que no tuvieron la oportunidad de vivirlo tan cerca. En la
pampa sinfín era una fuerte presencia que anudaba y desanudaba los
decires de todos los pueblos por donde pasaba. Sus vías, que aún
están, nos acercaban las distancias. Me paraba, recuerdo, en medio
de ellas y miraba absorto una y otra lejanía y las dejaba posar en
mi imaginación de niño. Los guardas de los trenes siempre me
contaban historias de lugares extraños que se aquerenciaban en mis
no olvidos. Y no les digo lo que era subirse a una de esas viejas
locomotoras, con su vientre al rojo vivo, de carbón ardiente:
-
Ya
vas a manejar una de éstas,
me decía el maquinista, y dejaba que agarre una manija.
-
Manejé el tren hoy, mamá. Y le contaba la historia.

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