¡Última parada, Estación Revolución! Gritó el guarda por segunda vez, anoticiando de que todos debíamos bajar del tren, y con la mayor celeridad posible.
Tomé rápido mi bolso de mano, me abrí paso entre la gente, y una vez afuera, el frio caló hondo en mis huesos.
Froté mis manos, como para tomar impulso, y comencé a caminar a paso apurado, ganando calor en mi cuerpo…
Una vez más, el tiempo no estaba de mi lado.
Desde el andén, mientras el tren se alejaba a su descanso, ya podía verse la ciudad brillando, halos de luces, como luciérnagas, como si la gente estuviera jugando con linternas.
Pero no.
Era
el fuego lo que iluminaba toda la ciudad, que ahora parecía casi
"anaranjada".
Fogatas
como rituales medievales, mientras los más jóvenes bailaban y
festejaban alrededor. Hogueras.
Ni un rastro de electricidad, ni una sola luz o farol encendido.
Todo ardía.
Tomé la salida.
Y gane la calle.
Una vez allí, todo era oscuridad.
De la nada, o mejor dicho de "ese todo" ante mis ojos, la palabra "decadencia" apareció en mi cabeza.
Comercios ardiendo. Hogueras.
Casas a oscuras con las puertas abiertas, mientras afuera sus dueños improvisaban parrillas, donde asaban comida para todo aquel que lo pedía.
La ciudad, cubierta de humo, parecía estar llena de trincheras.
Jamás la he presenciado, pero esto debe ser lo más parecido a una guerra civil.
Mejor dicho, a las consecuencias de una, ya que aquí no había combates a la vista. Al menos no evidentes o a gran escala. Todo eso ya había quedado atrás.
Hace mucho se hablaba de este lugar, de llegar a él.
Del "cómo", del "cuándo".
Ahora era real. Aquí estábamos todos, y los que no, estaban llegando a regañadientes.
El punto es, ¿Qué hacer con todo esto?
Nunca nadie planteó "el después", o inclusive el "para qué". Por lo menos no de manera profunda, a fondo. "No hay tiempo para perder pensando en eso", era la excusa más comúnmente escuchada por la mayoría.
Trate de acomodar mis pensamientos e hice una breve mueca de tristeza en mi cara, mientras una bala pasaba zumbando a mi lado, y un chico (mas allá) con risa de hiena, parecía disfrutar del momento.
Sin culpa.

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